
En esta época del año, la aparición de colitis así como los síntomas típicos del
síndrome del intestino irritable son cada vez más evidentes.
Las razones a las que se le achaca esto suelen estar siempre relacionadas, o bien por haber ingerido unas cantidades mayores de fruta, o bien de
productos lácteos.
Referirse a la reacción hacia las proteínas de leche o a la intolerancia lactosa suele ser una fuente de discusión bastante común, a pesar de que las razones, particularidades y terapias de ambas suelen mezclarse.
La intolerancia a la lactosa es un problema que no concierne al sistema inmunológico. En cambio, depende de la habilidad del sistema digestivo para asimilar completamente la
lactosa mediante su transformación en azúcar. El único efecto que puede acarrear es diarrea y dolor de estómago, dependiendo de la dosis. No ocurre nada cuando tomamos pequeñas cantidades de lactosa: para tener una reacción importante es necesario ingerir importantes cantidades. Aquellas personas que afirman que con una gota de leche sufren de diarrea, no deberían investigar sobre su intolerancia a la lactosa sino una reacción potencial a inflamaciones relacionadas con los alimentos, concretamente a las
proteínas de la leche.
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