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Destete y recuperación

food-groups-300x240Ser alérgico o hipersensible no es, como se creía hasta hace poco, una debilidad o una desgracia. Simplemente, es la pérdida de control del sistema activo que todo ser humano tiene desde su nacimiento (y también, en parte, durante la vida fetal) con el fin de ganar, no sin esfuerzo, la tolerancia de todas las sustancias que nos rodean, tanto alimentos como sustancias respiratorias o del medio ambiente.

Estudios como los de S. Stockinger han dejado claro que el destete infantil es actualmente el momento más importante para dar a cada organismo la habilidad de desarrollar la tolerancia, a parte de determinar la estructura del control inmunológico de la inflamación y la prevención de las principales enfermedades crónicas (Stockinger S et al, Cell Mol Life Sci 2011 Nov, 68(22):3699-712. Epub 2011 Sep 28).

Lo que es posible en el neonato también es posible en la edad adulta cuando la tolerancia se ha perdido. Es esencial recuperar la tolerancia alimentaria de una manera activa.

En otras palabras, todo el mundo nace alérgico a todo, y sólo un control activo hace la diferencia entre la persona que mantiene la tolerancia (es decir, la persona sana) y aquella que la pierde, convirtiéndose en alérgico o hipersensible.

Cualquier persona puede ver a su alrededor los resultados de una de las mayores muestras estadísticas realizadas. Cerca de 7500 millones de personas actualmente vivas (algunos bien, otros mal) han pasado la condición inicial de hipersensibilidad a través del destete.

Por medio del contacto gradual con el entorno exterior, hecho de ácaros, hongos, mohos, diferentes tipos de alimentos, bacterias, sustancias tóxicas y una multitud de otros elementos, todo el mundo ha sido capaz de pasar de una condición de reacciones violentas a la tolerancia.

La habilidad de cambiar de una vida fetal protegida a un mundo lleno de sustancias extrañas potencialmente dañinas sin sufrir daños y aprender a tolerarlos, es la llave capaz de hacer frente a los problemas actuales relacionados con las alergias del individuo y de la población mundial.

Si el contacto con el mundo exterior ocurre de manera correcta, es decir, si se desarrolla de acuerdo a las características personales y al ritmo normal de la persona, respetando los ritmos fisiológicos que se han mostrado durante cientos de miles de años, la tolerancia es exitosa y el mundo exterior ya no supone un peligro. En cambio, si después de lograr la tolerancia se pierde el equilibrio, los signos de una condición alérgica tienden a aparecer, que es la manifestación de una pérdida de control.

En algunos casos, la tolerancia inicial se logra sólo parcialmente, y algunos niños son alérgicos o hipersensibles desde el nacimiento, pero incluso en estos casos es necesario saber que la detención en el desarrollo inmunológico depende de factores traumáticos externos (suspensión de la lactancia materna, intervención farmacológica en el niño o en la madre, vacunas, etc.), que detienen los procesos tolerogénicos normales.

El esquema de planificación de la dieta, que tiene como objetivo recrear la tolerancia inmunológica, sigue unos de los procesos fisiológicos más validados en la historia humana: el destete. A través de la introducción gradual y progresiva de los alimentos no tolerados, en el espacio de unos meses (12-18) uno puede lograr con éxito la tolerancia de todos los alimentos.

Comenzando con una reintroducción ordenada, al menos dos veces por semana, de pequeñas cantidades que gradualmente se van aumentando, se debería alcanzar, de manera progresiva, una dieta libre, recomendando mantener el “viernes magro”, es decir, un sólo día de control a la semana.

La dieta en la recuperación de la tolerancia

En la actual situación social y ambiental es esencial promover una dieta variada, ya que la repetición sistemática de la ingesta de ciertos alimentos da lugar fácilmente a la aparición de hipersensibilidad.

Una dieta rotacional implica una ingesta libre -un día seguido de tres días de eliminación total- de los alimentos a los cuales existe una reacción.

Por ejemplo, un individuo con reacción a la leche puede ingerir lácteos y sus derivados un domingo pero debe abstenerse -incluso de las pequeñas cantidades- los días siguientes: lunes, martes y miércoles, pudiendo volver a tomarlos el jueves.

Para permitir una mayor flexibilidad con respecto a los hábitos sociales, es prudente dejar los sábados y domingos como días libres (teniendo en cuenta sólo un día del fin de semana, no los dos), que es el día que hay más eventos sociales; y un día entre semana, los miércoles por ejemplo.

De tal manera, que un buen equilibrio puede ser definido como la necesidad de tener 3 días de “retiro” en medio de dos días libres, y la necesidad de realizar una dieta “amoldable” sin causar problemas de organización, mientras se mantiene, sobre todo, la eficacia terapéutica de este plan dietético. 

Después de un cierto período realizando la dieta (puede variar entre 2-3 semanas y 2-3 meses) si los síntomas clínicos y las pruebas de diagnóstico resultan negativos, es posible reintroducir los alimentos con mayor frecuencia.

Un posible esquema podría ser: libertad de alimentos ambos días del fin de semana (sábado y domingo), y otro día en mitad de la semana (normalmente los miércoles).

Cabe aclarar que los días libres no deben presentar una sobrecarga de alimentos “controlados”, permitir ingerirlos no quiere decir hacerlo en cada posible ocasión, ya que el cuerpo debe mantener un equilibrio. 

Si la respuesta clínica es satisfactoria, entonces el paciente puede ampliar aún más la ingesta controlada de alimentos durante los próximos 2-3 meses, hasta llegar a una dieta que incluye por lo menos un día a la semana de restricción (como mencionamos anteriormente, “viernes magro”) para evitar la sobrecarga de alimentos de forma sistemática.  El uso de herramientas de hiposensibilización a bajas dosis, llamadas “vacunas”, pueden ser sugeridas, incluso, cuando otras pruebas se han realizado con anterioridad.