
Mucha gente confunde la reacción inmune a la proteína de la leche con la intolerancia a la lactosa. Ésta última es una forma de intolerancia bioquímica debido a la falta de la enzima lactasa, la cual se encarga de romper los azúcares de la lactosa para hacerlos digeribles, y así mejorar los fenómenos intestinales.
Sin embargo, la reactividad a la leche y proteínas de la leche de vaca causan una respuesta inflamatoria generalizada, implicando al cuerpo entero, y puede ir acompañado de migraña, colitis, acné, artritis así como inflamación y dificultades digestivas.
Los productos lácteos de cualquier tipo, incluso sin lactosa, no están permitidos en la inflamación alimentaria causada por las proteínas de la leche. La presencia de dicha inflamación puede llevarnos a una situación de insulinorresistencia y de aumento de peso.
La dieta básica no sólo afecta al uso de la leche, también a sus derivados. Es importante tener en cuenta que la leche está presente en numerosas preparaciones industriales, tanto la leche por si sola como en forma de “suero lácteo, lactosa o proteínas de la leche”; se debe prestar una especial atención a las etiquetas que llevan escritas “suero lácteo”, “lactoalbúmina”, “lactoglobulina”, “caseína”, “lactosa” o “leche y leche de vaca”.
La leche de cada especie debe ser revisada: cualquiera que sea el origen ya que la parte terminal de la molécula de la lactoalbúmina se ha mantenido igual durante la evolución de las especies, y puede causar una reacción cruzada.
Además de la leche y sus derivados, BioMarkers recomienda que en los días de control de dieta la ternera también debe ser excluida, en muchos casos ésta conduce a un aumento de la inflamación alimentaria en aquellos pacientes con reacción a la proteína de la leche.
Lista de alimentos que contienen leche, a evitar en la dieta rotacional de acuerdo con las instrucciones dadas:
- Leche y derivados: cualquier tipo de leche, tanto fresca como de larga conservación, sin lactosa, nata, yogur, mantequilla, queso fresco o maduro (incluidos manchego, de Burgos y mozzarella) y cualquier tipo de preparación láctea (en polvo, con sabor, malteada, condensada…).
- Ternera: tanto fresca (carne de res, vacuno, ternera…) como en conserva (curada, salada, enlatada, etc.), extractos de carne para caldos, salsa de ternera casera o elaborada.
- Repostería y dulces: galletas, chocolate con leche, repostería, bollería, brioches, mezclas para pasteles, algunas galletas saladas, dulces en general como el helado, crema, dulce de leche, pudin y demás. Algunos cereales y mezclas de muesli, algunos tipos de pan especiales como el pan de molde (se recomienda preguntar directamente al panadero o leer detenidamente la etiqueta).
- Carnes curadas: jamón cocido, salami, mortadela, salchichas y otros embutidos pueden contener leche por lo tanto es necesario revisar las etiquetas o preguntar directamente al charcutero para asegurarse que son productos libres de leche y así poder consumirlos.
- Productos envasados para niños: galletas, algunas pastas, muchos homogeneizados, liofilizados, harinas lácteas.
- Productos dietéticos, hiperproteicos y vitamínicos, y complementos de sales minerales para deportistas: muchos de estos productos son derivados de las proteínas de la leche (conviene comprobar bien la etiqueta por la posible presencia de caseinatos, suero de leche, lactosa, etc.).
- Numerosos fármacos contienen lactosa entre sus excipientes: la lactosa no siempre proviene de la leche y, por tanto, será el médico quien decida si es necesario cambiar de fármaco. No interrumpa tratamientos en curso; pregunte a su médico sobre la posibilidad de sustituir el fármaco con lactosa por otro análogo que no la incluya.
- Muchos cosméticos.