
Cuando no se producen inmunoglobulinas tipo E (IgE; anticuerpo típico en las reacciones anafilácticas), el cuerpo produce inmunoglobulinas tipo G (IgG), cuyo significado ha sido reconsiderado desde los estudios evolutivos, en particular los del Dr. Finkelman.
No podemos seguir hablando de anticuerpos “contra” alimentos; en su lugar deberíamos hablar de la forma en que el cuerpo entra en contacto con un alimento específico, es decir, la manera en que se conocen
La producción de IgG (el mismo tipo de anticuerpos evaluados en BioMarkers) es la expresión en la que el cuerpo humano -desarrollado durante millones de años de evolución que empezó antes de la definición de nuestro actual sistema inmunológico- entiende la composición de un alimento que se ingiere con fines energéticos para ver si es adecuado o no establecer un contacto tan íntimo.
Hoy en día, la evolución de la ciencia está dando un paso muy importante hacia el entendimiento de fenómenos relacionados con la nutrición y la inflamación alimentaria.
De la antigua imagen de la intolerancia alimentaria, a día de hoy no aceptado científicamente, a el entendimiento del significado de inflamación alimentaria, gracias a la capacidad de medir y monitorizar los niveles de citoquinas en el cuerpo (moléculas de inflamación y señalización) y entender el perfil personal nutricional, sobre el cual es posible realizar cambios dietéticos para controlar la inflamación.
El progreso científico ha sido lento y complejo. La clave fue la identificación de la citoquina reguladora de la activación de las células B (BAFF) como el “símbolo” de la reacción inflamatoria de los alimentos, y reconsiderando el factor activador de plaquetas (PAF: otra citoquina relevante) como el desencadenante en la generación de los síntomas.
El descubrimiento de BAFF permitió que se abandonara la búsqueda de anticuerpos responsables (investigación en vano, como comentamos anteriormente), por lo que ahora podemos tratar el tema de la inflamación y todos los síntomas relacionados de una manera innovadora.
El trabajo mencionado anteriormente no solo confirmó un hecho clínico, sino también su gran importancia en la regulación de todos los aspectos inflamatorios y metabólicos del ser humano, a pesar de todas las críticas relacionadas con los alimentos, o infravalorar el producto de la creatividad de un charlatán cualquiera.
El estudio elaborado por un grupo de gastroenterólogos noruegos y publicado en Alimentary Pharmacology & Therapeutics a finales de julio de 2010, destaca la aparición de BAFF en todas las personas que mostraron síntomas relacionados con un alimento específico (Lied GA et al, Aliment Pharmacol Ther. 2010 Jul; 32 (1): 66-73. Epub 2010 Mar 26).
Desde que BAFF muestra características de gran interés, se convierte en el punto de referencia para evaluar el perfil nutricional de cada persona. No sólo activa la inflamación, también es capaz, a través de una acción en la señalización desencadenada por las células receptoras, de controlar la respuesta alérgica y dolorosa, el proceso de cicatrización, la activación metabólica, la acción muscular y la activación de enfermedades como las autoinmunes y la enfermedad celiaca.
Una vez entendida la necesidad de identificar y medir los niveles de las moléculas que desencadenan los síntomas (BAFF y PAF, entre otros), se hace necesario comprender qué estamos midiendo cuando las IgG son evaluadas en los Grandes Grupos de Alimentos.
A finales de 2012, un grupo de investigación noruego publicó un trabajo muy interesante en BMC Gastroenterology. A pesar de que la calidad en la evaluación de ciertos cuestionarios relacionados con los alimentos no era muy alta, todo el trabajo de investigación resaltó que la concentración de las IgG en el cuerpo incrementan de manera correpondiente a los hábitos dietéticos seguidos por cada persona (Ligaarden SC et al, BMC Gastroenterol. 2012 Nov 21; 12:166. doi: 10. 1186/1471-230X-12-166)
Con esto queremos decir que las IgG se convierten en la clave de la interpretación de un exceso de ingesta de los Grande Grupos de Alimentos. Si una persona comienza a comer de forma sistemática queso, pan y vino, puede que no se manifieste ningún síntoma si se mantiene una dieta equilibrada. Pero si esos alimentos empiezan a estar en exceso, la producción de IgG contra esos alimentos crecerá y las “señales de alarma” serán más y más evidentes.
Siempre de acuerdo con el reconocido investigador Dr. Polly Matzinger, sostenemos que la alergia es en realidad una señal del interior del cuerpo al exterior, en un intento de expulsar los elementos incómodos tanto físicos como psicológicos.
El Dr Attilio Speciani, director científico de BioMakers ha evaluado a pacientes con reacciones inflamatorias alimentarias, guiándolos hacia un proceso de curación mediante terapias específicas. La evolución en el entendimiento de los acontecimientos relacionados con los alimentos nos ha permitido comprender el concepto obsoleto de “intolerancia alimentaria” a la luz de las teorías de la evolución, con el fin de ayudar a curar el organismo y encontrar la relación correcta.
De hoy en adelante, hablaremos de inflamación alimentaria y de “perfil nutricional”.